La mentira de la inclusión digital
Por Javier Castrillo
Como docente, de manera constante escucho y leo citas pomposas que nos hablan de "autopistas digitales", "inclusión tecnológica", "educación y nuevas tecnologías", "TICs en educación", "quitar la brecha digital" y cosas semejantes. Con una mezcla de tristeza e incredulidad asisto a estas manifestaciones, que en casi su totalidad lo único que hacen es esclavizar a los estudiantes. Vamos entonces a desgranar esta sentencia recurriendo a una comparación. Supongamos que las escuelas técnicas, universidades, institutos terciarios, centros de formación profesional, etc, deciden modernizar y adoptar nuevas técnicas de enseñanza en la cuestión de la mecánica de automotores. Supongamos entonces que deciden comprar autos para así equipar a los talleres de esos establecimientos. Hasta acá todo cierra. Pero, siempre dentro de nuestra teoría, imaginemos que compran autos de una sola marca. Y encima ese auto idéntico para todos los establecimientos viene con el capot soldado y una licencia de uso que dice que nadie que no sea el fabricante puede abrirlo. Además la licencia dice que ese auto no puede ser abierto, prestado, compartido con otro colegio, modificado ni adaptado a necesidad alguna. Le parece a Ud. que se puede aprender mucho con ese proyecto?. Evidentemente nada.
Bien, eso es lo que hacen los colegios cuando compran computadoras con software privativo como MS Windows, MS Office, Photoshop, Dreamweaver, etc. Están convirtiendo a los estudiantes en esclavos, a las empresas en monopolios, a las arcas públicas en mecenas de multinacionales, a las escuelas en propagandistas de una marca, a la industria local en un espectador inútil.
Desgranemos. Los estudiantes son esclavos porque no pueden saber el "cómo", ni el "porqué" ni el "qué pasa si..." ya que el software está cerrado como el capot de nuestro coche supuesto. No se puede investigar, ni aprender de él, ni saber cómo se hizo tal o cual cosa, ni mucho menos adaptarlo o mejorarlo. Con lo cual el efecto "educativo" se reduce al efecto de operación lisa, llana, repetitiva y tonta. Al no poder meterse en el meollo, el estudiante no puede apropiarse de esa tecnología. Es simplemente un espectador. Ni que hablar si le aparecen cosas disparatadas como pantallas azules que le indican que "ha hecho una operación no válida (?)" su único remedio es reiniciar la computadora. Triste papel para aquel que desea aprender, aún de los errores. Además estamos haciendo el favor de capacitar a los estudiantes (sobre todo en la educación pública) en una determinada marca en lugar de hacerlo en estándares abiertos. Es la misma campaña que emplean los laboratorios a través de los visitadores médicos, pero con el agravante de utilizar la escuela pública para ello.
Gracias a este enorme y monstruoso juego de marketing, con el estado como cómplice (involuntario o no, eso lo discutiremos en otro momento), los monopolios logran que su producto de distribuya en todos lados. Un laboratorio "donado" por Microsoft a una escuela, es para ellos un minúsculo desembolso que se multipica en que cada uno de los miles de estudiantes que por allí pasen serán capacitados en *su* producto, no en el de la competencia. Los monopolios agradecidos de obtener tanto por tan pero tan poco. Ninguna campaña publicitaria es tan efectiva ni tan barata. Instalan estándares de facto (por ejemplo el formato .doc o el .xls) que no están reconocidos por entidad alguna y son usados por multitudes por el sencillo hecho de que "ya estaban allí y todos los usan". Con lo cual logramos que el mercado sea cautivo y siempre necesite la última versión de, por ejemplo el Word, que seguramente, vaya negocio, necesitará el doble de máquina que el anterior, saldrá cientos de dólares y hará prácticamente lo mismo. Como antes, los monopolios más que agradecidos.
Cuando todo este inmenso negocio, de miles de millones de dólares, es encima soportado por dinero público ya roza lo ilegal. Se está favoreciendo a un monopolio comprando un producto que no es estándar, que no permite ni siquiera su préstamo, que no favorece ni impulsa la investigación y que es muchísimo más caro que sus competidores, y que seguramente en un par de años será obsoleta y requerirá recomenzar el ciclo. Realmente una inversión pésima. De ahí la "generosidad" de estas empresas en donar laboratorios equipados a escuelas y universidades. En la imposición y posicionamiento de sus productos y sus formatos no estándar.
Las escuelas son entonces cómplices de este proceso de prostitución de la educación pública, de introducir prácticas monopólicas en la sociedad bajo el manto siempre auspicioso de la donación y la supuesta "inversión".
Ninguna de estas multinacionales invierte un solo peso en el desarrollo local, limitando su participación a cooptar o literalmente comprar y hacer desaparecer a empresas que osaren pisar una ínfima parte de su territorio. Solamente el software libre es una alternativa potable, un arma poderosa y una amenaza real y consistente para estas prácticas de las corporaciones.
Tal como lo hacen nuestros vecinos del Brasil, Venezuela, Ecuador, que impulsan el software libre desde la escuela pública, es como debemos andar, para realmente lograr "apropiarnos de la tecnología y achicar la brecha digital y tecnológica". Realmente me apena mucho ver a la Compañera Presidenta abriendo congresos de Microsoft, al Gobernador Scioli haciendo negocios con Bill Gates o a nuestro gobierno haciendo alianzas con las corporaciones. Tenemos mucho para dar, tenemos muchas mentes brillantes y hay unas ganas enormes de poder estirar las piernas y salir a jugar de igual a igual. Ya hay escuelas que están mostrando el camino, usando y promoviendo el software libre. Esa es la senda para lograr una definitiva educación para todos, dentro de una sociedad económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana.
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